Chlorea membranácea
Hermosa planta terrestre autóctona de Sudamérica y qué habita desde el sureste de Brasil, este de Uruguay y el este de Argentina, tanto en Entre Ríos, como en el Delta, en la zona ribereña, y hasta las sierras de Balcarce y Tandil.
Generalmente vive en campos húmedos y sombreados, comenzando su ciclo de vida activa en el mes de marzo y finalizándola en el mes de octubre o noviembre, desapareciendo y reposando prácticamente durante todo el verano.
Posee raíces fasciculadas, cilíndricas y carnosas qué partiendo desde el centro de la planta se extienden en todas direcciones como dedos de una mano abierta por el medio de cultivo.
Posee de 2 a 7 hojas sésiles y basales de 5 a 15 cm. de largo por 2 a 3 cm. de ancho, y de color verde claro, desarrollándose como una roseta.
La vara floral de buen desarrollo, nace del centro de la planta y llega a tener hasta 70 cm. de altura, con flores de color blanco o blanco verdoso, en forma de espiga en un racimo denso y en el extremo de la vara floral. Flores de 3 a 5 cm. de diámetro.
Los sépalos bien abiertos, mientras los pétalos y el labelo formando un tubo, para conducir a los insectos reproductores al área de fecundación.
La floración se da en plena primavera y es muy interesante para cultivarla en jardines y contenedores en áreas sombreadas.
Chlorea megallánica
Como digo generalmente sobre las orquídeas cuando doy alguna charla, dentro del reino vegetal estas plantas están situadas en un lugar de la evolución similar al ser humano dentro del reino animal, entre otras tantas cosas por su adaptación a todos los climas, pues habitan desde Siberia pasando por desiertos, trópicos y hasta el extremo sur en Argentina y
Chile.
No habitan sólo en el Ártico o en la Antártida.
Como ejemplo de esto debo presentarles esta especie autóctona, que es poco conocida por los aficionados dadas las dificultades para poder cultivarlas fuera de sus habitad.
Son plantas terrestres que habitan las zonas Magallánicas tanto de Chile como de Argentina, en grupos, en tierras sueltas, con rastros de cenizas volcánicas en la Patagonia y hasta en laderas de las montañas.
Las raíces fasciculadas, cilíndricas y carnosas alrededor del eje central de crecimiento, con 4 a 10 flores hojas lanceoladas de hasta 15 cm. de largo por 3 a 4 cm. de ancho.
Vara floral central de 35 cm. de altura con hasta 12 flores con nervaduras reticuladas creciendo en espiga, de 8 cm. de diámetro con flores blanco grisáceas y divisiones marcadas de verde.
Los sépalos bien abiertos, mientras los pétalos y el labelo formando un tubo, para conducir a los insectos reproductores al área de fecundación.
Florece en primavera cuándo se derriten las nieves y desaparece a principio del verano, volviendo a brotar al comienzo del otoño.
No tolera mayores temperaturas qué las de la zona, lo que imposibilita su cultivo bajo condiciones normales para otras plantas de orquídeas.